Cada quien ve las cosas a su manera

 Así es y es difícil cambiar la mente de otro, sin embargo, algunas cosas nunca cambian y la buena intención de las personas también vale, porque al fin de al cabo de eso se trata la vida, un sueño lleno de emociones, amores y desamores, en donde se trata de complacer a quienes queremos, es decir hacer buenas obras por amor. Buscamos bienestar para ayudar a los nuestros, en eso se nos va la vida a la mayoría, sin embargo, quienes no actúan por amor viven lo que ninguno queremos.

Es lógico que cada quien vea las cosas a su manera, por muchos motivos, como por ejemplo uno muy sencillo: todos vamos en un tiempo distinto, cuando algunos están naciendo otros son ancianos, jóvenes o adultos, entonces todos pensamos diferente, pero hay algo que siempre nos une, el amor, si el amor une a la gente, sea por ser familia, amigos, como sea el amor es muy importante en la vida.

Es tan importante el amor que aceptamos ser y pensar distinto, incluso dentro de nuestra familia aceptamos muchas cosas y las obviamos porque sabemos que hay un bien supremo, el amor. Si no fuese así gastaríamos toda nuestra existencia en tener la razón en cualquier tema, pero en este punto ya no importa, aquí la existencia se convierte en servicio al otro por ese vínculo que es el amor.

Por supuesto que escribiendo esto no espero tener la razón, es algo casi que obvio pero que en la cotidianidad de la vida pasa desapercibido y que solo se medita en las iglesias, como no pretendo hablar ni de religión, ni de política solo me remito a la vida, ya que vivir si se.

Y hablando de esto, viene a mi mente algo que desde hace un tiempo he venido concluyendo, la gente en general para mí se divide en los que desean firmemente ser felices a costa de lo que sea y luchan de manera incasable por serlo, enfrentándose a todos los tropiezos que tiene la vida y con valentía continúan en medio de esta lucha, ayudan a otros a estar mejor, claro son personas llenas de amor que están ahí y nos rodean siempre, pero están los otros los que no están pendientes de ser felices sino de no dejar ser a los demás, precisamente por su infelicidad están pendientes de criticar, no aceptar, cuestionar y sobre todo juzgar, ellos son los infelices.