Leonardo Da Vinci

 “El pintor imita la Naturaleza y rivaliza con ella”

“El pintor que retrata por práctica y a ojo, sin razonar lo que hace, es como un espejo que reproduce las cosas que se le ponen por delante, sin comprenderlas”. 

 

La pintura que se ajusta a la cita anterior es La Virgen de las Rocas en sus dos versiones, la del Louvre y la de la National Gallery de Londres. Si se comparan, la del Louvre es más luminosa, las figuras de Juan y el Niño Jesús están mejor proporcionadas y la gestualidad es humana. En contraste, la de la National es más dramática y densa, ya que las sombras de rostros y cuerpos fueron acentuadas. El pintor había sido preciso al enseñar “que si la figura se ha de colocar en el campo, deberá estar rodeada de mucha luz”. Pues bien, la atmósfera es penumbrosa en ambos cuadros, pero las figuras están muy bien iluminadas. A partir de esta observación, consideremos la reflexión subtitulada “Defectos del pintor que hace en su casa el estudio de figura con luz determinada, y luego la coloca en el campo a luz abierta”, una discrepancia que lleva a introducir “reflejos en donde de ningún modo los puede haber”.

Sus personajes asumen poses que sugieren mensajes secretos. Hay una sígnica en esa gestualidad, pero carecemos del glosario que nos permita desentrañar los significados exactos. ¿Qué guiño envía el brazo iluminado del San Juan Bautista, rematado por el dedo índice que apunta hacia arriba? ¿El reconocimiento de un Dios que habita los cielos, o esto y algo más, dado que se trata de un desnudo masculino de sonrisa mundana, envuelto en sombras?

“El pintor hará obra de poco valor si tiene por maestra la pintura de otro” 

“El pintor que desee ser universal, y agradar a diversos pareceres, hará que en una sola composición haya masas muy oscuras, y mucha dulzura en las sombras; pero cuidado de que se advierta bien la razón y causa de ellas”. 

Da Vinci.